La Cerca de Felipe II
Paseando por el centro de Madrid es fácil dejarse llevar por sus plazas, calles y monumentos, pero pocos saben que esta ciudad, hoy abierta y multicultural, antiguamente estaba cercada o amurallada.
Una de las cercas que tuvo Madrid fue la Cerca de Felipe II de la que apenas quedan algunos restos arqueológicos.
A continuación te cuento todo lo que conocemos de la ya desaparecida Cerca de Felipe II.
La Cerca de Felipe II está incluida en nuestra ruta por el Madrid de los Austrias, siendo una de las paradas imprescindibles del recorrido.
¿Dónde está la Cerca de Felipe II?
Los pocos restos arqueológicos que quedan de la Cerca de Felipe II se pueden ver en la calle Bailén, entre el Palacio Real y el del Senado. Se encuentra junto a la fachada del Palacio de Godoy.
Mapa interactivo Murallas y Cercas de Madrid
En este mapa interactivo puedes conocer el trazado de todas las murallas y cercas que tuvo Madrid y saber dónde están los restos arqueológicos que quedan de cada una. En color azul se muestra la Cerca de Felipe II.
Historia de la Cerca de Felipe II en Madrid
Con la llegada de Felipe II a Madrid y al trasladar la corte del reino a la ciudad, se produjo una gran llegada de personas a la capital. Por lo que se decidió en 1566 ampliar la antigua cerca del Arrabal.
Esta ampliación se realizó construyendo una cerca y no una muralla puesto que ya no era necesario defender la ciudad. Este nuevo cercado se aprovechó para el control de mercancías, la recaudación de impuestos y, en caso de epidemias, para contener las enfermedades.
La construcción de la cerca se prolongó hasta 1598.

¿Cómo era la Cerca de Felipe II?
Esta nueva cerca al no tener ya la función defensiva era menos robusta que las antiguas murallas medievales.
Se trataba de un muro de tapial y mampostería, sin torres, ni almenas, con 7 puertas y 1 postigo, de unos 5 kilómetros de perímetro y que cubría una extensión de 125 hectáreas.
¿Por dónde iba la cerca de Felipe II?
La cerca de Felipe II no duró mucho debido al gran crecimiento de la ciudad. Esto sumado a los pocos restos que se conocen de ella, ha dado lugar a que no se sepa exactamente su recorrido.
La hipótesis que se tiene hoy en día es la del investigador Miguel Molina Campuzano quien hizo un estudio de Madrid antes y después de Felipe II y lo plasmó en su libro Planos de Madrid de los siglos XVII y XVIII.
El itinerario propuesto probablemente arrancaría en la Puerta de la Vega e iría recto hasta la calle de la Aguas siguiendo su actual recorrido hasta la calle de Calatrava.
Por aquí continuaría hasta donde estaba la Puerta de Toledo para seguir por la calle Santa Ana y cruzar la plaza de Cascorro.
Después continuaría, sin saber muy bien, hasta alcanzar algún punto de la calle Juanelo prosiguiendo por la calle de la Cabeza. En este punto a la altura de la calle del Olivar, giraría en diagonal hacia la calle de Magdalena para llegar a la Puerta de Antón Martín.
De aquí iría recta hacia el norte, cruzando la calle Atocha y Huertas para conectar con la actual calle de Echegaray hasta la carrera de San Jerónimo.
En este punto hacía un extraño giro hacia el este para, probablemente, rodear unos edificios que allí estuvieran, subiendo por la calle Cedaceros, Arlaban y ya continuar otra vez hacia el norte hasta llegar a la nueva Puerta del Sol que se trasladó a la calle Alcalá a la altura de la Calle Sevilla.
De aquí continuaba por la calle de la Aduana subiendo luego por Montera hasta la puerta de la Red de San Luis, donde hoy está la entrada de metro de Gran Vía.
Desde aquí seguiría por la calle Jacometrezo (actual calle Gran Vía) hasta llegar al antiguo trazado de la cerca del Arrabal que ya continuaría hasta la Puerta de Santo Domingo llegando a la antigua muralla árabe.
¿Sabías qué…
… los restos encontrados de la Cerca de Felipe II no pasan por donde se supune que transcurría la cerca?
Esto hace pensar que estos restos arqueológicos se tratan de otra cerca exterior y coetánea, independiente de la Cerca de Felipe II
Descubrimiento de la Cerca de Felipe II

Hasta el momento no había ningún fragmento conocido de la Cerca de Felipe II, pero fue, en 1991, durante las obras de ampliación del Senado en la calle Bailén cuando aparecieron unos restos de apenas 3 metros de una antigua tapia de ladrillo.
Al principio hubo dudas sobre si eran vestigios de la, ya desaparecida también, cerca del Arrabal o algo más modernos, pertenecientes a la cerca de Felipe IV.
Fue el historiador Manuel Montero Vallejo quien dedujo que se trataba de la cerca de Felipe II.
Las Puertas de la Cerca de Felipe II
La cerca de Felipe II tuvo siete puertas, de la Vega, de Segovia, de Toledo, de Antón Martín, de Sol, de la Red de San Luis y la de Santo Domingo, y también contaba con un postigo, el de San Martín.
En un principio contaba con otra puerta más, la Puerta Cerrada pero, se destruyó por un incendio en 1582 y ya no fue reconstruida al quedar dentro del nuevo recinto y haber perdido su función.
Las puertas de la cerca son las siguientes:
La Puerta de la Vega

La Puerta de la Vega, también llamada de Alvega, fue una de las entradas más antiguas e importantes de Madrid. Formaba parte de la muralla cristiana y estaba situada en la actual cuesta de la Vega, muy cerca del Real Alcázar, la iglesia de Santa María y las Casas Consistoriales, lo que le dio gran relevancia estratégica hasta el siglo XVI.
Protegida por una sólida torre y una hoja de hierro, contaba con un ingenioso sistema defensivo: un contrapeso de hierro que se dejaba caer sobre los atacantes en caso de asedio. Su aspecto pudo ser similar al de la Puerta de Bisagra de Toledo, con dos torres unidas por un matacán.
La tradición dice que fue por aquí por donde Alfonso VI entró en Madrid en 1085, aunque algunos cronistas opinan que pudo hacerlo por la Puerta de Guadalajara. Con el tiempo perdió protagonismo al abrirse nuevas vías como la calle Segovia, y finalmente fue derribada en 1708. Una nueva puerta se levantó poco después, pero también desapareció en 1814.
La Puerta de Segovia

La Puerta de Segovia fue uno de los accesos más relevantes del Madrid medieval, ya que desde ella partían los caminos hacia Castilla y Extremadura, dos de las principales rutas de comunicación de la península. Su ubicación estaba frente a la conocida Casa del Pastor, en la zona donde hoy se alza el viaducto, lo que la convertía en un paso estratégico hacia el oeste.
En tiempos de Felipe II, concretamente en 1570, esta puerta desapareció como parte de las reformas urbanas emprendidas por el monarca para modernizar y reorganizar el trazado de la villa, que ya se preparaba para convertirse en capital del reino. Sin embargo, su desaparición no significó el abandono de la zona, sino la reconfiguración de los accesos.
A comienzos del siglo XVII se levantó una nueva Puerta de Segovia, situada más cerca del Puente de Segovia, coincidiendo con la apertura de la entonces calle Nueva (la actual calle de Segovia), que conectaba directamente con el río Manzanares. Este cambio no solo facilitó la entrada de viajeros y mercancías, sino que también impulsó la expansión urbana hacia el oeste de la ciudad. La nueva puerta fue finalmente derribada en 1852.
La Puerta de Toledo

La Puerta de Toledo tuvo su origen en la sustitución de la antigua Puerta de la Latina, adaptando el acceso al creciente tráfico y a la reorganización de los barrios meridionales de Madrid. Su primera ubicación conocida fue en la calle de Toledo, justo frente a la calle de la Sierpe, en un punto neurálgico de entrada desde el sur.
Aunque en su forma primitiva no alcanzó la monumentalidad de la puerta que hoy conocemos (levantada en el siglo XIX), la primitiva Puerta de Toledo fue fundamental como enlace con los caminos de Andalucía y Toledo. Durante siglos fue uno de los accesos más concurridos, tanto por comerciantes como por viajeros que entraban a la ciudad desde el sur.
La importancia de esta puerta fue tal que sufrió varias transformaciones y reconstrucciones a lo largo de los siglos, hasta que finalmente se levantó la gran Puerta de Toledo monumental, inaugurada en 1827 en honor a Fernando VII. Sin embargo, su origen humilde en el siglo XVI sigue siendo un recordatorio de cómo la ciudad creció a partir de accesos sencillos que se convirtieron en símbolos urbanos.
La Puerta de Antón Martín

La Puerta de Antón Martín se encontraba en la plaza que todavía hoy conserva su nombre, al este del casco histórico. Este acceso estaba íntimamente vinculado al hospital de San Juan de Dios, fundado por Antón Martín, un religioso que dedicó su vida al cuidado de los enfermos y necesitados.
La cercanía del hospital dio a la plaza y a la puerta su denominación definitiva, convirtiéndola en un lugar de tránsito constante tanto de vecinos como de viajeros. Su importancia residía en que era uno de los accesos a la villa por su flanco oriental, en dirección a las principales ermitas y caminos que comunicaban con el exterior.
Aunque la puerta desapareció con el paso del tiempo, la plaza de Antón Martín mantiene vivo el recuerdo de aquel acceso histórico. Hoy en día, sigue siendo un espacio lleno de vida y tradición madrileña, en el que todavía resuena la memoria de su hospital y de la entrada que un día marcó la frontera del viejo Madrid.
La Puerta del Sol

La Puerta del Sol es probablemente el acceso más famoso y emblemático de Madrid, aunque su origen fue mucho más humilde. A finales del siglo XIII, en el confín oriental de la villa, existía un postigo que servía como salida hacia el camino de San Jerónimo. Documentada ya en 1478, era una puerta sencilla que delimitaba la ciudad frente a olivares y arrabales.
En 1539, en tiempos de Carlos V, se construyó una nueva puerta defensiva, que según los documentos debía llevar almenas y tenía pintado un sol en su fachada, de donde tomó su nombre. Durante el levantamiento de las Comunidades de 1520 se reforzó con fosos y fortificaciones, pero hacia 1570 fue derribada para facilitar el ensanche de la ciudad y aliviar el tráfico de esta zona, que ya se había convertido en un punto de gran vitalidad.
Con la construcción de la Cerca de Felipe IV en el siglo XVII, la Puerta del Sol se trasladó hacia el este, aproximadamente en el cruce de la actual calle de Alcalá con calle Sevilla. A partir de entonces, el enclave dejó atrás su carácter militar y se transformó en el corazón de la ciudad, con el Hospital del Buen Suceso, la cercanía del Palacio del Buen Retiro y el Prado Viejo de San Jerónimo como lugares de referencia. Desde entonces, la Puerta del Sol pasó de ser una puerta de defensa a convertirse en el verdadero centro de la vida madrileña.
La Puerta de la Red de San Luis

La Puerta de la Red de San Luis estaba situada en la actual zona de Gran Vía con Montera y servía de acceso hacia los caminos de Hortaleza y Fuencarral, fundamentales para las comunicaciones del norte de la villa.
Su nombre tiene un origen curioso: procede de un mercado de pan que había en la zona, protegido con redes para evitar robos. A esta peculiaridad se sumaba la cercanía de la desaparecida iglesia de San Luis Obispo, lo que terminó de dar carácter y nombre al lugar.
Aunque la puerta desapareció, el topónimo Red de San Luis se mantuvo y sigue vivo en la memoria de los madrileños. Hoy en día, el bullicioso cruce donde se encontraba la puerta es uno de los enclaves más céntricos de la ciudad pero, bajo su ritmo moderno, late la historia de un acceso que marcó la vida cotidiana de generaciones.
La Puerta de Santo Domingo

La Puerta de Santo Domingo se alzaba en la plazuela que aún lleva este nombre, en la zona noroeste de la villa. Su denominación se debía al cercano convento de Santo Domingo el Real, fundado por Santo Domingo de Guzmán en 1212, que marcaba el carácter religioso de la zona.
A nivel arquitectónico, los cronistas coinciden en que la puerta no destacaba especialmente, pero sí era un acceso importante al arrabal y al tránsito hacia el exterior. Su ubicación la vinculaba a una de las zonas de expansión de la villa medieval.
Con el tiempo, la Puerta de Santo Domingo perdió su función militar y pasó a estar incluida dentro de las cercas fiscales levantadas en siglos posteriores. Estas nuevas tapias tenían como objetivo el control urbano y fiscal más que la defensa, lo que cambió la fisonomía de la entrada y marcó el paso hacia un Madrid en constante crecimiento.
El Postigo de San Martín

El Postigo de San Martín fue un acceso menor, pero cargado de historia. Inicialmente se situaba en la actual calle del Postigo de San Martín, en la esquina con Navas de Tolosa, y servía de paso directo hacia el arrabal de San Martín.
Más tarde, el postigo se trasladó hacia el final de la calle, en la actual plaza del Callao, que en su momento era todavía un espacio periférico. Su nombre procede del cercano convento de San Martín, que le daba identidad y que estaba muy vinculado a la vida religiosa y social de la zona.
Aunque desapareció hace siglos, el recuerdo del Postigo de San Martín aún se conserva en el nombre de la calle. Su historia es una muestra más de cómo Madrid se fue extendiendo y cómo estos pequeños accesos complementaban a las grandes puertas en la tarea de conectar la villa con sus arrabales y caminos principales.
La Cerca de Felipe II no dejó la monumentalidad de otras murallas medievales, pero su historia forma parte de la transformación de Madrid en capital del imperio. Hoy, paseando por la Plaza de Oriente, la calle Atocha o la cuesta de la Vega, pocos imaginan que estas calles un día estuvieron limitadas por un muro que marcaba el pulso de la ciudad.
Descubrirla es, en cierto modo, redescubrir el Madrid más antiguo, ese que empezaba a ser corte y que ya respiraba aires de gran ciudad europea.
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