La calle del Codo de Madrid
La calle del Codo es una de las pocas calles de Madrid que conserva casi sin variar su trazado desde la época medieval. Esta antigua calle es más bien un estrecho callejón, siempre sombrío, que comunica la Plaza de la Villa con la Plaza del Conde de Miranda.
Con alrededor de 80 metros y formando un ángulo de casi 90°, fue bautizada como la calle del Codo por el Marqués de Grabal, a principios del siglo XVIII, debido a la similitud que tiene con un brazo doblado. En la placa de la calle, aparece un brazo con armadura medieval en esa posición.
Debido a su configuración y estrechez, cuando caía la oscuridad, se convertía en una calle perfecta para que los espadachines se batieran en duelo. Un ejemplo de ello lo tenemos en la literatura con Arturo Pérez Reverte que concibe al capitán Alatriste teniendo varios duelos en esta callejuela.
¿Cómo llegar a la calle del Codo?
La calle del Codo de Madrid se encuentra en el casco histórico de la ciudad y une la Plaza del Conde de Miranda con la Plaza de la Villa. En este mapa encontrarás la calle del Codo fácilmente.
La Leyenda de la calle del Codo
Esta antigua calle ha pasado a la historia por sus duelos, pero también por su famosa leyenda. La leyenda tiene que ver con las costumbres que tenía un importante escritor del Siglo de Oro, me refiero a Francisco de Quevedo.
Según cuentan, este agudo escritor, cuando regresaba de recorrer las tabernas de los alrededores, tenía predilección por la intimidad que proporcionaba la estrechez y oscuridad de esta calle para orinar en ella.
Al parecer esta costumbre desató el enfado de quienes allí vivían y un vecino harto de la situación dibujó en la pared una cruz y escribió un mensaje que decía:
“No se mea donde hay una cruz”
Este mensaje a Quevedo, en vez de dejar de hacer sus necesidades allí provocó que, fiel a su ironía, le respondiera:
“No se coloca una cruz donde se mea”
¿SABÍAS QUÉ…? La calle del codo se llamó así por su forma, similar a la de un brazo doblado. Pero no fue la única calle que recibió esta denominacion. Existió la calle del Codo a San Pedro (actual Travesía del Nuncio), la calle del Codo de los Preciados (hoy Callejón de Preciados). En realidad hubo muchas calles del Codo y del Recodo.
Historia de la calle del Codo
La calle del Codo en los siglos X y XI se encontraba en los arrabales de la ciudad fortificada árabe llamada mayrití (Madrid). Según fue creciendo la medina las construcciones comenzaron a surgir alrededor de los sinuosos caminos que bordeaban los campos de cultivos. La calle del Codo pudo ser uno de esos caminos.
Más tarde, en el siglo XV, cuando Madrid era ya una ciudad cristiana y la plaza de San Salvador, hoy conocida como Plaza de la Villa, se había convertido en el lugar principal de reuniones del Concejo y de actividades comerciales, los poderosos Lujanes construyeron allí sus casas.
La actual «Calle del Codo» surgía en la Plaza de la Villa bordeando las casas de los Lujanes y se dirigía hacia la Plaza del Conde de Miranda.
Al comienzo de la calle se encuentra la puerta de la Torre de los Lujanes. Esta puerta de madera es la más antigua que se conserva en Madrid.
Más adelante en la calle se encuentra el Convento de las Carboneras del Corpus Christi, también conocido como Convento de las Carboneras, y data del siglo XVII. Por ello, la calle fue conocida brevemente como Nuestra Señora de la Carbonera.
Aunque el nombre de la calle no aparece, puede verse su trazado en el famoso plano de Texeira de 1654. El plano de la Villa y Corte de 1800 ya aparecía la calle con su actual nombre dentro del barrio de San Justo.
Una calle nunca podrá elegir por qué pasará la historia, y pocas pueden presumir de albergar un espacio histórico y artístico protegido como son la Casa y Torre de los Lujanes, del siglo XV.
Esta corta y estrecha calle no será de las más importantes de la capital, pero caminando por su pintoresco trazado y con la ayuda de nuestra imaginación, nos transporta a la Edad Media a través de un recorrido por la historia de Madrid.
Esta es la historia de la calle del Codo, que ha pasado a ser leyenda por encontrarse aquí el lugar preferido de Quevedo para aliviar su vejiga.
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